西語閱讀:《一千零一夜》連載25
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2021-08-07 02:44
編輯: 歐風(fēng)網(wǎng)校
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摘要:
西語閱讀:《一千零一夜》連載25
PERO CUANDO LLEGó LA 44a NOCHE
Ella dijo:
He Llegado a saber, oh rery afor-tunado que el califa Harún Al--Rachid, encantado por la elocuencia de Ghanem le hizo acercarse a su trono; Y Ghanem se acerco al trono, y el califa le dijo: “Refiéreme toda tu historia, sin ocultarme nada de la verdad.” Enfances Ghanem se sentó, y contó al califa toda su historia, desde el principio hasta el fin, pero nada se adelantaría, con repetirla. Y el califa quedó completamente convencido de la inocencia de Gha-nem y de la pureza de sus intenciones, sobre todo al saber cómo había respetado las palabras bordadas en la cinta del calzón de la favorita, y le dijo: “Te ruego que libres a mi conciencia de la injusticia cometida contigo.” Y Ghanem le contestó:
Estas libre de ella, oh Emir de los Creyentes, pues cuanto pertenece al esclavo es propiedad del se or!”
Y el califa, complacidísimo, elevó a Ghanem a los más altos cargas del reino; le dio un palacio, Y mu-chas riquezas, y muchos esclavos. Ghanem se apresuró a instalar en su nuevo palacio a su madre, y a su hermana Fetnah, y a su amiga Kuat Al-Kulub. Y el califa, al saber que Ghanem tenía una hermana maravi llosa y virgen todavía se la pidió a Ghanem. Y Ghanem contestó: “Es tu servidora, y yo soy tu esclavo” Entonces el califa le expresó su asta agradecimiento, y le dio cien mil dinares de oro. Y después llamó al kadí y a las testigos para redactar su con-trato con Fetnah. Y el mismo día y a la misma hora entraran el ca-lifa y Ghanem en los aposentos de sus respectivas mujeres. Y Fetnah fue para el califa y Kuat Al-Kulub para Ghanem ben-Ayub El-Motim El-Masslub.
El califa mandó llamar a los es-cribas de mejor letra para que escri-biesen la historia da Ghanem desde el principio hasta el fin, y la encerró en el armario de los papeles, a fin de que pudiera servir de lección a las generaciones futuras, y fuera asombro y delicia de los sabios que se dedicasen a leerla con respeto y admirar la obra de Aquel que creo el día y la noche.
HISTORIA DE SINDBAD EL MARINO
“He llegado a saber que en tiempo del califa Harún Al-Rachid vivía en la ciudad de Bagdad un hombre lla-mado Sindbad el Cargador. Era de condición pobre, y para ganarse la vida acostumbraba a transportar bul-tos en su cabeza. Un día entre los días hubo de llevar cierta carga muy pesada; y aquel día precisamente sen-tíase un calor tan excesivo, que su-daba el cargador, abrumado par el peso que llevaba encima. Intolerable se había hecho ya la temperatura, cuando el cargador pasó por delante de la puerta de una casa que debía pertenecer a algún mercader rico, a juzgar par el suelo bien barrido y regado alrededor con agua de rosas. Soplaba allí una brisa gratísima, y cerca de la puerta aparecía un ancho banco para sentarse. Al verlo, el car-gardor Sindbad soltó su carga sobre el banco en cuestión con objeto de descansar y respirar aquel aire agra-dable, sintiendo a poco que desde la puerta llegaba a él un aura pura y mezclada con delicioso aroma;. y tan-to le deleitó, que fue a sentarse en un extremo del banco. Entonces ad-virtió un concierto de laúdes e ins-trumentos diversos, acompa ados por magníficas voces que cantaban can-ciones en un lenguaje escogido; y advirtió también píos de aves cantor-as que glorificaban de modo encan-tador a Alah el Altísimo; distinguió, entre otras, acentos de tórtolas, de ruise ores, de mirlos, de bulbuls, de palomas de collar y de perdices do-mésticas. Maravillóse mucho e, im-pulsada por el placer enorme que todo aquello le causaba, asomó la cabeza por la rendija abierta de la puerta y vio en el fondo un jardín inmenso donde se api aban servidores jóvenes, y esclavos, y criados, y gente de todas calidades, y había allá cosas que no se encontrarían más que en alcázares de reyes y sultanes.
Tras esto llegó hasta él una tufa-rada de manjares realmente admi-rables y deliciosos, a la cual se mez-claba todo género de fragancias ex-quisitas procedentes de diversas vi-tuallas y bebidas de buena calidad. Entonces no pudo por menos de sus-pirar, y alzó al cielo los ojos y ex-clamó: “ Gloria a Ti, Se or Crea-dor!, oh Donador! Sin calcular, re-partes cuantos dones te placen!, oh Dios mío! Pero no creas que clamo a ti para pedirte cuentas de tus actos o para preguntarte acerca de tu jus-ticia y de tu voluntad, porque a la criatura le está vedado interrogar a su due o omnipotente! Me limito a observar. Gloria a ti! Enriqueces o empobreces, elevas o humillas, con-forme a tus deseos, y siempre obras con lógica, aunque a veces no po-damos comprenderla! He ahí el amo de esta casa... Es dichoso hasta los límites extremos de la felicidad! Disfruta las delicias de esos aromas encantadores, de esas fragancias agradables, de esos manjares sobro-sos, de esas bebidas superiormente deliciosas! Vive feliz, tranquilo y contentísimo, mientras otros, como yo, por ejemplo, nos hallamos en el último confín de la fatiga y la mi-seria!”